Por

Edman Pino Fasanando

Gestor e Investigado Cultural

Artista Literario

En el Antigua reino de Persia el territorio situado al otro lado del rio Indo ubicado al sur del Asia se llamaba Indostán, nombre que derivado del idioma persa pues en ese idioma Indo (es el nombre del río) y Stan (significa lugar). Tanto los griegos, como los romanos, redujeron ese apelativo a India, llamando posteriormente la lengua castellana “indios” a los habitantes de ese país.

Durante la llamada edad media, la vieja Europa,  pasó por su peor crisis económica. El hambre y la miseria campearon a lo largo y ancho de ese continente. Esto sucedió a consecuencia de las muchas guerras a las que sus gobernantes dedicaron tiempo y dinero, creando la ambición conflictos entre feudos, regiones, reinos, imperios y religiones. Como referencia, basta mencionar la guerra de los 100 años y la guerra santa para convencerse de dicha realidad.

Probablemente la península ibérica fue la que se llevó la peor parte estando sometida al yugo islámico. Pero fue allí que, coincidiendo con la partida del último califa de Granada, un tal Cristóbal Colón convencido de que la tierra era redonda, se propuso llegar, mediante una ruta más corta y directa, al lejano oriente el cual, por cierto, era conocido en ese entonces como las INDIAS.

El Almirante de la Mar Océana no llegó a las Indias. Es posible que, al desembarcar en nuestro continente, Cristóbal Colón tuviera conciencia de su error pero nunca hizo ninguna aclaración, nunca dijo que no había llegado donde se propuso llegar. Calló y murió alentando un error irremediable. A causa de esa infortunada circunstancia empezaron nuestros traumas, taras y complejos.

En efecto, Colón no llegó al subcontinente de las Indias, sino al continente Abya Yala, hoy llamado, por otro error, continente americano.

Definitivamente nosotros no somos indios. No podemos serlo, pues la palabra indio proviene del griego (indikos), nombre que los griegos dieron a los territorios del Asia.

¿Pero qué somos? ¿Indígenas? Este término se usa actualmente para referirse a alguien nativo de un lugar. Indígena encuentra su origen en el latín, siendo su significado “de allí”, “de ese lugar”, pues la palabra está compuesta por el prefijo “Inde” (de allí mismo) y la raíz “Genos” que significa “nacido, parido o generado”.

Según la RAE, «un Indígena es todo aquel que es natural de un país, provincia o lugar de que se trata”. Así por lo que usar este término, para referirse a una comunidad como la nuestra, resulta totalmente valido.

También podríamos ser “Aborígenes”. Esta palabra también proviene del latín: “Ab Origine”, cuyo significado  es “desde el origen”. Contrariamente a la creencia popular, “ab” funciona como preposición y no como prefijo negativo, derribando el mito de que la palabra podría hacer referencia a alguien sin origen.

Finalmente cada quien decidirá, que gentilicio usar. Sin embargo puesto que los habitantes de Europa son europeos, los de Asia, asiáticos y así sucesivamente, nosotros siendo originarios o nativos del continente Abya Yala, deberíamos llamarnos abyanos o yalanos, o quizás abyalanos. Sólo los eruditos antropólogos y especialistas en lingüística nos lo podrían confirmar.

Una vez más los indios son los nacidos en la India. El extenso país de la India es una Republica Soberana, cuyo gentilicio es indio/india y está ubicado en el sur de Asia, con más de 1,240 millones de habitantes. Su superficie es de 3,287.263 km2, limita al sur con el océano Índico y con el mar Arábigo, al norte con China, Nepal y Bután, al oeste con Pakistán y al este con el golfo de Bengala, Bangladesh y Birmania.

En nuestro continente, mal llamado América, hubo y hay muchísimas etnias cada una con su propia cultura, lengua y tradiciones. Por ejemplo, en Brasil hay 305 etnias, o nacionalidades, en Bolivia 36, en Perú otras muchas, lo mismo en Colombia, en Venezuela, en Ecuador, en Méjico, etc. Por consiguiente basta tener dos dedos de frente para darnos cuenta que nuestra población está formada por la mezcla de muchas etnias aborígenes, de europeos, de africanos y en una menor cantidad de asiáticos. De esta manera somos, lo queramos o no, mestizos.

Personalmente yo soy un aborigen nacido en la cuenca del Amazonas. Si alguien me llama indio no me molesta ni me incomoda, ya que también me gustaría ser de la lejana India, un país cuya cultura es tan extensa y milenaria como la de nuestro querido continente Abya Yala.

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