20 años después de ser violada de manera reiterada por un familiar, Brisa de Angulo Losada continúa buscando justicia. Esta vez, en el tribunal internacional de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) donde denuncia al Estado boliviano al considerar que se violaron sus derechos humanos de acceso a la justicia. 

Durante el interrogatorio a la joven de origen colombiano, este martes, ésta sostuvo que no busca ni «un centavo» del Estado, sino que quiere un cambio en el sistema boliviano, ya que tiene conocimiento de que situaciones similares se continúan viviendo día a día. 

«Han sido 20 años de horrores, dolor e incontables lágrimas. (…) Estoy aquí porque fui debastada por la violencia sexual, pero fui destruida aún más fuerte por las acciones del Gobierno porque en los últimos 20 años he trabajado con niños que han sido abusados sexualmente y puedo ver que las mismas cosas que me hicieron a mí 20 años atrás, las continuan haciendo hoy», expresó De Angulo Losada. 

«Estoy aquí porque quiero que esta corte siente estándares legales y de diligencia debida en la región, para confrontar la cultura de impunidad y actuar de forma proactiva en la prevención, curación y justicia. Represento a miles de niños que están sufriendo, que nunca conocerán sus nombres o verán sus caras. No estoy pidiendo que se castigue a Bolivia, no estoy buscando que se avergüence a Bolivia, ni siquiera estoy pidiendo dinero para mí. No quiero un centavo de Bolivia, estoy pidiendo un cambio para asegurar que los niños sean protegidos de la violencia sexual, y que tengan acceso a la curación y justicia».

Detalles de la denuncia

Al ser cuestionada sobre las razones por las que no denunció antes los hechos, explicó que entonces ni siquiera sabía que era un crimen. También dijo haber estado sobrepasada de miedo, ya que sabía de lo que su agresor era capaz. 

“No sabía que lo que me estaba pasando era un crimen. Tenía esta noción falsa de que una violación se produce en manos de un extraño en un callejón oscuro. Mis padres no sabían que la violación incestuosa era un crimen, aunque son personas educadas, nunca habíamos escuchado de crimenes de violación incestuosa», dijo. 

«Mi agresor, como muchos otros agresores, era muy bueno para mantener el silencio de la víctima. Él era un adulto en mi familia, él era el que debía guiarme, protegerme, se supone que yo debía ver el mundo a través de sus ojos, así que nunca pensé que lo que me hacía, pese a que lo odiaba, era un crimen. Además me llenó de miedo. Aunque no usaba violencia física durante las violaciones, la usaba en otros momentos. Me golpeaba, me tiraba al piso y me pateaba, torturaba a mis animales. Yo sabía de lo que era capaz de hacer si no hacía lo que quería». 

Sus padres finalmente se dieron cuenta porque después de ser una joven activa, involucrada en deportes y música, empezó a encerrarse, automutilarse y desarrollar bulimia. Tras dos intentos de suicidio, fue llevada a expertos médicos en Estados Unidos quienes descubrieron lo que estaba sucediendo. 

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