REDACCIÓN CENTRAL// BERMEJO
La lucha por la vida entubado en una sala de terapia intensiva covid-19, no sólo se traduce en superar la difícil situación fisiológica del paciente, sino también para la familia que debe conseguir los recursos para la compra de los costosos medicamentos.
Don Luis (prefiere no dar su apellido) contó a Fides que su hermano fue internado en el hospital San Juan de Dios (Tarija) hace 11 días, fue transferido de Bermejo y desde entonces tiene que gastar entre 3.500 a 4.000 bs por día.
El motivo es que los medicamentos como el Mirazolan o la Azitromicina no se encuentra a disposición de los médicos de estos centros de salud.
Es así que sólo queda pedir a los familiares que consigan los fármacos por sus propios medios.
«Yo más bien tengo un familiar en la Argentina que me lo compra allá y nos damos los modos para que llegue hasta Tarija», explica don Luis.
«Si no fuera que lo compramos allá, aquí en Tarija gastaríamos más de 5.000 bs por día», agrega.
Son entre 30 a 40 dosis las que necesita una persona por día y desde la administración del hospital, tanto en Bermejo cómo en Tarija, explican que ni bien logran comprar el producto, se termina rápido por la cantidad de pacientes que se internan en esta pandemia.
«El proceso de compra es moroso, primero hay que recordar que estos medicamentos no los producimos en Bolivia, así que hay que importarlos y eso significa trámites», dice Dora Cáceres encargada de farmacia del San Juan de Dios.
A pesar que el gobierno nacional emitió por decreto la liberación de la internación de productos e insumos médicos relacionados con la covid-19, a la hora de la hora, se tiene que continuar con el tedioso tema aduanero con el continúan tropezando las empresas proveedoras.
Entonces parece que no hay otro remedio que pedir a los familiares que consigan las medicinas a través del contrabando.
«Un día que mi hermano no tiene el mirazonal, es un día que puede estar perdiendo la vida», expresa con impotencia don Luis.
Para muchos no queda más que vender algunos bienes materiales, pedir préstamos a familiares o terceros, o sino acudir a la colectividad con campañas o kermess solidarias para poder costear estos elevados montos económicos.